«SI DIALOGAMOS TE LO CUENTO»

La Red Nortesantandereana «Por una escuela de violencia» publicó el segundo manual de iniciativas pedagógicas para construir Escuelas de Paz, que integra más de cuarenta cuentos que explican las herramientas pedagógicas que los maestros y maestras usan en el aula para «minimizar el odio, la envidia y la soberbia que generan violencia y ensucian la vida» de los niños, niñas y adolescentes. El colegio Calasanz contribuyó a este manual con el cuento «Si dialogamos te lo cuento», escrito por la maestra Blanca Rolón y que ahora publicamos.

La resolución de conflictos es una tarea que se ha asumido en el colegio Calasanz con mucha dedicación para mejorar la convivencia escolar. Es así como desde hace 18 años se viene trabajando un proyecto de mediación que se va adecuando de acuerdo a las necesidades. Se capacita a los maestros y a los estudiantes de primaria para que realicen roles de mediadores en lugares estratégicos, pero la finalidad de este proyecto es que se convierta en una herramienta que se utilice en cualquier situación entre los estudiantes y maestros de todos los grados pues ya es de manejo y compromiso de todos.

Se ha logrado mantener en los estudiantes de secundaria y en las coordinaciones de convivencia se utiliza también como prevención a situaciones que se puedan convertir en faltas de tipo II o III, obteniendo como resultado que los estudiantes reconozcan el diálogo, el respeto y la tolerancia como valores necesarios en la convivencia pacífica.

Si dialogamos te lo cuento

En una ciudad donde todos eran enanitos, había un niño llamado Paco, muy tímido y poco expresivo. Su mamá, que lo quería mucho, pensó que era bueno llevarlo a la escuela para que hiciera muchos amigos y aprendiera a leer y a escribir. Y así pasaron dos o tres años, pero Paco no lograba hacer muchas amistades. Un día, a la escuela llegó un niño pelirrojo, con pequeñas pecas en sus mejillas rosadas, muy popular y expresivo, quien vio una oportunidad de ganarse la confianza de Paco y le dijo: —¿Tú quieres ser como yo? Paco, que quería tener amigos y por fin alguien se le acercaba a ofrecerle su amistad, no dudó en responderle:

— Sí, ¿pero qué tengo que hacer?

— Primero, debes confiar en mí —Le dijo el amigo pelirrojo.— Y seguir paso a paso los consejos que te voy a dar.

— Tú, sólo déjate llevar. Le dijo su nuevo amigo.

De repente, se vio en Paco un cambio sorprendente en la forma de expresarse, de vestirse y de comportarse. Era como si ahora se sintiera seguro, ya no tenía miedo de hablar. Lo curioso es que el niño pelirrojo siempre estaba a su lado y sólo bastaba una señal con los ojos de éste para que Paco se comportara muy seguro y risueño, tanto que ya empezaba a tornarse arrogante y burlón. Siempre llegaba donde habían reuniones o partidos de fútbol de enanitos, con su amigo pelirrojo hacían bromas, se burlaban de todo y se iban. Paco ya no estudiaba, y comenzó a mostrarse grosero y contestón con su maestra preferida y con su mamá.

Este extraño comportamiento había empezado a preocupar a su maestra de tercer grado porque Paco ya no era el mismo niño estudioso y respetuoso de siempre. Por eso, la maestra decidió ir a su casa y hablar con su mamá, una señora de mirada tranquila y dulce sonrisa, que se desdibujó por la visita inesperada de la maestra, y más aún cuando conoció la razón de su entrevista. Ella también estaba muy preocupada porque cada semana Paco le pedía sumas de dinero grandes para trabajos y comida en la escuela.

¿Qué estaba pasando realmente con Paco en la escuela? ¿Por qué había cambiado su comportamiento y su manera de actuar? Eran las preguntas que se hacían los adultos y compañeritos de Paco.

La maestra de Paco y su mamá acordaron no darle más dinero y mantener una comunicación constante para saber si algo se podía descubrir de su repentino cambio. Pero la sorpresa fue mayor cuando un día Paco regresó a la casa con un ojo moreteado. Su mamá le preguntó qué había sucedido y el niño le respondió que se había golpeado con un pupitre. Inmediatamente se comunicó con la maestra, pero ella no sabía nada del suceso, por lo que sospechó que algo grave estaba ocurriendo.

Paco se veía asustado e inquieto en la escuela, y en su casa no dormía, caminaba intranquilo por su cuarto como si tuviera miedo. Al día siguiente, cuando llegó la hora de ir a la escuela, le dijo a su mamá que se sentía enfermo y que no quería ir. Entonces, la mamá aprovechó este momento para hablar con su hijo y saber lo que estaba pasando porque sentía que algo muy grave ocultaba. Paco abrazó a su mamá, lloró desconsolado y decidió contarle la verdad de lo que había vivido desde meses atrás y las consecuencias de no llevar más dinero a la escuela.

Al día siguiente, Paco y su mamá fueron a la escuela y buscaron a la maestra de tercer grado, quien se alegró de verlos y los invitó a pasar a la salita de espera. Allí, ya reunidos, Paco se mostró avergonzado con su maestra pues no se había portado muy bien con ella, pero tenía la firme decisión de cumplir la promesa hecha a su mamá de hablar y contar lo que realmente sucedía. La maestra le recordó a Paco que el diálogo es la mejor manera de solucionar los conflictos en la vida y que ella siempre estaría dispuesta a escucharlo.

Paco empezó su relato y le contó lo que sufría cuando no era aceptado y estaba sin amigos. Y cómo todo había cambiado desde que el niño pelirrojo le había pedido dinero para enseñarlo a ser fuerte y valiente, pues él le decía que había que ser enérgico y siempre tener la razón para que así lo respetaran. Pero, a cambio de todo esto, había tenido que darle una buena parte de su dinero de la merienda y cada día le pedía más y más dinero. Así fue como el día en que no pudo llevarle nada lo golpeó en su cara hasta dejarlo tirado en el suelo. Paco le dijo a su maestra que tenía mucho miedo de hablar porque el niño pelirrojo lo amenazaba si llegaba a decir algo.

La maestra, muy sutil, sabía que debía escuchar también al niño pelirrojo y hacerle saber que ya estaba en evidencia su comportamiento. Por eso, también lo llamó para que contara su versión. El niño acudió muy asustado, y viendo que no tenía otra salida decidió hablar. Pero sus palabras se entrecortaban a medida que relataba cómo había sido maltratado en la escuela donde había estudiado anteriormente. Además, la pérdida de su padre y el hecho de vivir ahora con los abuelos había cambiado todo a su alrededor porque no quería sentirse solo, y como era nuevo en la escuela de Paco quiso aprovechar para darse a conocer de otra manera y hacer amigos.

La maestra pensó que tanto Paco como el niño pelirrojo necesitaban ser orientados y les recordó que sólo con respeto se consiguen los amigos. Los dos niños, avergonzados y arrepentidos de su mal comportamiento, se pidieron disculpas y se dieron la mano con la promesa de no volver a agredirse jamás. Los niños se abrazaron y decidieron también disculparse con todos los compañeros que se sintieron ofendidos por ellos en algún momento. Paco y su amigo entendieron que por medio del diálogo se puede encontrar la mejor salida a los problemas. Ahora tienen muchos amigos, juegan en los recreos, cuentas chistes y disfrutan compartiendo el tiempo en la escuela. Desde entonces, en la ciudad de los enanitos todos son felices.