«MENSAJE CALASANZ» A LA PROMOCIÓN 2022

Los pasados 30 de noviembre y primero de diciembre se celebraron las ceremonias de graduación y proclamación de la sexagésima tercera promoción de bachilleres calasancios. A continuación, el «Mensaje Calasanz» que la rectora les entregó.

A ustedes calasancios, generación llamada a llevar en sus manos el legado de San José de Calasanz de construir un mundo más justo y fraterno a la luz del Evangelio, a ustedes este mensaje Calasanz 2022.

Querida promoción.

Han sido muchos los años en los cuales las experiencias vividas, unas llenas de entusiasmo, felicidad, otras de exigencia, compromiso, dedicación y tristeza han fortalecido sus vidas y lo seguirán haciendo, porque para cada uno de los niños y jóvenes que se forman en Piedad y Letras, ser calasancio es una manera de vivir. Este año que vivimos desde el lema «Cerca de Ti», entregamos a la sociedad un hermoso grupo de 102 bachilleres calasancios, que se han sentido amados por Dios en un época de muchos desafíos e incertidumbres, se han dejado sostener por la esperanza y la alegría y se han identificado llenos de hermosura interior, auténticos, solidarios, creativos y comprometidos con un mundo más justo como criterio de vida.

Educarse al estilo de Calasanz va más allá de tener una excelencia académica, es por eso que en nuestro lema la importancia la tiene la «y», porque además de mostrar valiosos resultados de sus capacidades y aprendizajes, cada una de sus actuaciones son el reflejo de la transformación de Dios en sus vidas, del deseo de servir a los demás, de la fortaleza de mantenerse firme en unos valores cristianos, a pesar de las inconsistencias de la sociedad actual. Son un grupo de jóvenes que con esa hermosura interior que los habita, podrá transmitir la cercanía de ese Jesús amoroso, misericordioso, a quienes estén a su lado, mediante sus palabras, su modo de vivir y la entrega generosa a quien más lo necesite. Vivir más allá de su realidad individual buscando un mundo más justo y fraterno es lo que los llevará a lograr una autentica transformación de la sociedad. La sensibilidad que tienen ante las realidades de los menos favorecidos, los debe acompañar siempre, más allá del éxito profesional y personal. Ustedes son multiplicadores de vida en una sociedad que necesita jóvenes auténticos.

Hace 13 años —para unos más para otros menos— llegaban a nuestras aulas por la decisión de sus papás para educarse en Calasanz. Eran pequeños, frágiles, dependientes, vulnerables, necesitados de presencia y apoyo. De la mano de sus padres y maestros ya se han convertido en jóvenes cada vez más fuertes, independientes, con criterio, capaces de dar apoyo a los demás, con algunas claridades para iniciar la siguiente etapa de vida en donde mantendrán las bases formativas de la familia y el colegio para iniciar a construir su propia vida.

Confiamos en que seguirán teniendo un feliz transcurso de su vida entera, porque han comprendido desde la educación amorosa de Calasanz, que la cultura y la excelencia académica van de la mano de la fe, la bondad y la entrega generosa; que se es el mejor cuando los dones recibidos por Dios se donan al otro, a quien más lo necesite, dejando todo egoísmo.

Esperamos en el Señor que logren sus sueños y, que a partir de ellos, sean capaces de hacer un mundo distinto. Ese que anhelamos todos pero por el cual se esfuerzan unos pocos. El logro de esos sueños está lleno de luchas, de influencias externas que los invitarán a abandonarlos y adaptarse a una realidad que tiende por lo fácil, lo cómodo, por lo que no necesita sacrificio y puede hacerles perder su esencia. Recuerden el fruto de la dificultad será la grandeza de una obra, la de ustedes, alumnos calasancios, que están llamados a anunciar la entrega, la esperanza y el amor.

Amor que como calasancios deben vivir, marcado por el abandono en la voluntad de Dios; un amor lleno de confianza en el que más los ama. Un amor que busca en los hechos cotidianos, incluso en las dificultades, las huellas de un Dios que siempre estará ahí; un amor al cual le duelen los que sufren; un amor que siente la responsabilidad de hacer algo por los que nada tienen; un amor al que le preocupa la educación de los niños, especialmente de los más necesitados; un amor marcado por el compromiso, por la entrega, por el arriesgarlo todo; un amor que es diferente a los amores superficiales de nuestro tiempo. Un amor verdadero.

Y Calasanz es una experiencia de amor, es el riesgo de un amor vivido hasta las últimas consecuencias.

Es el amor que nos esforzamos por brindarles, el que San José de Calasanz vivió y dejó como legado a cada una de sus obras: «A todo renuncio, porque he encontrado el tesoro invaluable de los niños. Acepto así todo como ha venido de la mano de Dios, por cuyo amor toda cosa nos debería parecer fácil. Pues estoy convencido de que si se desea hacer provecho en las almas de los jóvenes alumnos, como es obligación de un buen maestro, es necesario amar mucho, quien no tiene en sí mismo amor, no puede comunicarlo a los otros. El amor no tiene interés, su único interés está en querer ver a los otros llenos de bienes del cielo. Quien de veras ama a Dios, todo lo bueno ama, todo lo bueno quiere, todo lo bueno favorece, todo lo bueno alaba, con los buenos se junta, siempre los defiende, todas las virtudes abraza; no ama sino verdades y cosa que sea digna de amar».

A esto están llamados queridos jóvenes, a ese amor de entrega, a dar todo por el otro, a ponerse al servicio de los demás, con preferencia a los más necesitados, a seguir llevando con profundo amor el sello calasancio para contribuir con cada una de sus actuaciones a la transformación de la sociedad.

La esperanza en un mundo de incertidumbre, que necesita a unos jóvenes que trabajen con Dios de una manera activa y transformadora para resolver y mejorar las situaciones difíciles que parecen derrumbar la confianza en nosotros, la confianza en los demás.

Esperanza con la serena certeza de que algo más grande nos sostiene y que a pesar del mal y todas sus obras, la última palabra la tiene la vida.

Esperanza en poder confiar en el otro, en esa realidad bondadosa que todos llevamos en cada uno de nuestros corazones. Esperanza que nos da la alegría de vivir, de superar el dolor, que nos da la fuerza para luchar.

Esperanza que mantuvo en San José de Calasanz con la seguridad de que su obra continuaría.

Esperanza que les llevará a sentir confianza en Dios en las situaciones adversas que experimenten.

La entrega y capacidad de servicio que anuncien en cada actividad que realicen en la vida universitaria y profesional serán signo de su formación calasancia de su vocación, que les permite donar los talentos que Dios les ha dado al servicio del prójimo en cualquiera que sea la profesión que elijan.

Es en estas acciones, que nacen de la profundidad del corazón, en las que podrán hacer vivo el legado de Calasanz de transformar la sociedad.

Queridos estudiantes, terminan una etapa en donde el mayor deseo cada uno de los miembros de la comunidad educativa calasancia, fue acompañarlos integralmente. Estoy segura que el tiempo vivido en el colegio los hizo sentirse en familia y experimentar aprendizajes de vida que les permitirán seguir creciendo en Piedad y Letras.

Gracias por los hermosos momentos compartidos, por el diálogo sencillo y amable, gracias por escuchar, por dejarse guiar. Gracias por dar vida a nuestra vocación de maestros.

Dios los bendiga y San José de Calasanz los acompañe siempre.