El pasado 3 de octubre se llevó a cabo el III Foro Institucional de Filosofía, que reunió a más de 300 estudiantes de distintas instituciones educativas de la ciudad alrededor del tema «Papel testimonial de la Filosofía y el Arte en un contexto de conflicto y postacuerdo&raaquo;.
El pasado 3 de octubre se llevó a cabo el III Foro Institucional de Filosofía. Este evento, que reunió aproximadamente a 230 estudiantes de nuestro colegio y 65 estudiantes de 12 instituciones educativas oficiales y privadas de Cúcuta, se está convirtiendo en un espacio de reflexión filosófica y debate significativo en la ciudad. El estudio de la Filosofía exige esta clase de escenarios y ambientes para desarrollar los valores, actitudes y aptitudes que harán de nuestros jóvenes ciudadanos autónomos y críticos.
El contexto y las características del Foro aseguraron un espacio donde los estudiantes activaron destrezas y habilidades en orden al desarrollo de las competencias específicas del área de filosofía y el pensamiento crítico.
El ejercicio fue orientado por la Doctora Amalia Boyer, quien desarrolló su discurso alrededor del Papel testimonial de la Filosofía y el Arte en un contexto de conflicto y postacuerdo. Este tema fue muy pertinente para abordar realidades concretas que son de gran interés en el statu quo actual de la nación.
Jorge Iván Valencia Valencia
Coordinador del Departamento de Filosofía
Por su importancia como testimonio del trabajo realizado, presentamos a continuación las memorias del Foro.
MEMORIAS FORO INSTITUCIONAL DE FILOSOFÍA
COLEGIO CALASANZ CÚCUTA
2019
Papel testimonial de la Filosofía y el Arte en un contexto de conflicto y postacuerdo.
Ponente: Amalia Boyer, maestra Universidad del Rosario.
“Exposiciones y vestigios como vectores para la memoria y la función de lo testimonial”.
La identificación del arte ya no se hace por medio de una distinción entre las maneras de hacerismo por la distinción de un modo de ser sensible propio de los productos del arte (Ranciére, 2000)
Si bien es cierto que la perspectiva del arte ha dado constantes giros y aplicaciones, es importante entenderlo hoy como un elemento indefectiblemente ligado a la realidad y que responde a la necesidad de llevar en cada caparazón, el silencio que se manifiesta fúnebre y ensordecedor, cargado del mismo dolor, a pesar de tener origen en distintas y distantes geografías.
Entonces emerge la estética con su reflejo y a la vez su sombra. Reflejo, en el ejercicio del arte centrado en la experiencia y dirigida ésta a la belleza misma. Sombra, cuando permite enterrar la inmensurable geografía en el corazón del poeta, que arraigado a lo sensible, ayuda a lidiar con el dolor en la aceptación de la realidad.
Juan Manuel Echavarría toma como referente de inspiración a Goya, y ambos se ocupan de tratar y retratar la violencia que ha estado a cargo de la guerra. Esta relación que cuenta con abismales diferencias temporales, también es una muestra fiel de la antítesis que expresan sus obras. Es decir, mientras Goya persigue el principio de enterrar y callar, su seguidor busca desenterrar y hablar. Que no es otra idea más que la de testar y documentar con extremada urgencia y exagerada belleza, antes de que cada vestigio desaparezca por completo de nuestros sentidos, pese a que en la realidad inmediata ya no tengan latir alguno.
Parecer ser que la estética, sin tener conciencia, ha venido transformando espacios de muerte en espacios vitales, espacios de dolor en espacios de memoria, valiéndose de la enmarcación del arte y la belleza. Además, ha servido de puente, por el que se transita con ardua tardanza para combatir el silencio y el abandono de hechos que no se han vivido propiamente y para olvidar huellas quebrantadas y sembradas por testigos que ya no pueden hablar porque la violencia cegó sus voces.
Hay una constante exposición a lo real desde el arte y la filosofía, un ejemplo de ello son los diferentes rituales de honrar a los muertos que florecen y brotan en innumerables geografías y de manera concreta en los artistas que despliegan las potencialidades de la estética y quienes estructuran las configuraciones de lo sencillo, tomando como base el régimen de lo sensible para proferir y testimoniar por elementos imprescindibles del duelo como lo son la perdida y la vulnerabilidad.
Surgen entonces planteamientos profundos con respecto del papel de lo testimonial y el papel de lo lagunar (no haber estado ahí) en acciones propias de memoria y en las cuales, el arte y la filosofía forman parte activa, puesto a través de la experimentación se da paso a la acción de obrar memoria en contextos de guerra que han marcado y definido los próximos rumbos, tanto de artistas como de espectadores.
En conclusión, la acción de pensar consiste en una relación no jerárquica entre el pensamiento tierra y territorio, una relación completamente horizontal. El paisaje artístico colombiano está cargado de guerra, conflicto armado, desplazamiento forzoso, muerte, desaparición, llanto vacío sobre ataúdes con alma pero sin cuerpo, en fin, imágenes profundamente desoladoras. De allí la extrema necesidad del arte de representar y erupcionar el lazo sensorial que une la realidad con un pasado que se niega a ser olvidado, sino que, por el contrario, pide a gritos ser evocado tan solo en la mente de los que no se resisten a apreciar el arte de lo real.
Relatora: Luz Karime Botello Tolosa