Con caritas alegres, tristes y sorprendidas, es como los niños y niñas reflejaron su primer día de clase en el Jardín.

Acompañados de sus padres los pequeñitos del colegio, entraron a sus salones para conocer a las profesoras y a sus nuevos compañeros. Juntos, durante este año, caminarán bajo la protección de San José de Calasanz y de la Virgen de las Escuelas Pías.

En tiempos de Calasanz, a la primera clase -aquella a la que entraban los niños más pequeños- se la llamaba la de la Cruz, pues en ella aprendían los niños a hacer la señal de la Cruz y a reconocer letras y sílabas. Durante toda su vida Calasanz recalcó la importancia de esa primera instrucción, convencido como estaba de que la felicidad de los hombres encontraba sus raíces más profundas en lo aprendido durante sus más tiernos años. El mismo, incluso poco tiempo antes de morir, entraba a veces a esta clase a enseñar a los más pequeños el abecedario y las primeras oraciones.

Hoy, cuatrocientos años después del inicio de la escuela calasancia, los más pequeños, los niños y niñas de Jardín, son lo más importante para el Colegio. Por esta razón las profesoras de la sección adornan con flores de cartulina, bombas de colores y carteles de bienvenida la Casita: para que los nuevos calasancios y calasancias sientan que llegan a un lugar en donde se ayudará a su formación con amor y paciencia.

Treinta y cinco niñas y setenta y tres niños, divididos en cuatro grupos, conforman el nivel de Jardín del año 2.007. Acompañados de sus padres llegaron esta mañana a su primer día de clase, muchos de ellos tranquilos, algunos llorando, entraron a sus salones para conocer a las profesoras y a sus nuevos compañeros. Juntos, durante este año, caminarán bajo la protección de San José de Calasanz y de la Virgen de las Escuelas Pías.

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