Toda la Iglesia se alegra cuando el Señor envía obreros a trabajar en su mies: No es para menos, cuando es Él mismo quien nos recuerda que son tan pocos para tanto y tan arduo trabajo. ¿Cómo reaccionar entonces cuando nos damos cuenta de que uno de estos obreros —llamado por Dios un día a ser el primero, abajándose a servir a los demás— ha permanecido fiel durante muchos años, pongamos por caso cincuenta, sirviéndole con alegría?
Toda la Iglesia se alegra cuando el Señor envía obreros a trabajar en su mies: No es para menos, cuando es Él mismo quien nos recuerda que son tan pocos para tanto y tan arduo trabajo. ¿Cómo reaccionar entonces cuando nos damos cuenta de que uno de estos obreros —llamado por Dios un día a ser el primero, abajándose a servir a los demás— ha permanecido fiel durante muchos años, pongamos por caso cincuenta, sirviéndole con alegría?
¿No deberíamos acaso quintuplicar la nuestra, agradeciendo a Dios Padre su vida y su trabajo?
Es lo que toda la Comunidad Educativa del Colegio Calasanz de Cúcuta hizo hoy.
Porque hoy celebramos los cincuenta años de trabajo ininterrumpido del Padre Urbano Pesquera Franco en Colombia. Un trabajo que lo ha llevado a todas las ciudades donde los escolapios tienen obras: Bogotá, Medellín, Pereira y —no por última la menos importante— Cúcuta. Un trabajo guíado por la voluntad amorosa de Dios y la visión clara de San José de Calasanz, encaminado a buscar el mayor provecho para los niños, niñas y jóvenes que se educan en los Colegios regentados por los Padres Escolapios.
Para que compartiera con nosotros la dicha que nos llenaba el alma, invitamos a la hermana del Padre Urbano, la Hermana Carmen Pesquera Franco; religiosa dominica quien, como su hermano, trabaja en Venezuela por la salvación de la niñez a través de la educación integral. Ella, junto a su hermana de comunidad, Julia María, nos acompaña desde el viernes pasado.
Y algunos de sus otros hermanos vinieron también: sus hermanos en Cristo y en San José de Calasanz; escolapios que como él fueron llamados por el Señor de la mies para hacer el bien a los pequeños, y que cumplen su misión en otras ciudades del País: Los Padres Juan Jaime Escobar (Superior de la Provincia de Colombia), Carlos Retana, Adriano Uribe y John Jaime Ossa, de la ciudad de Bogotá; el Padre Juan Carlos Sevillano, del Seminario La Inmaculada Concepción; el Padre Mauricio Gaviria, de la ciudad de Medellín y el Padre Gregorio Alonso, de la ciudad de Pereira. Ellos, junto a la Comunidad de Cúcuta formada por los Padres Manuel Latorre, Juan Carlos Echeverry y Santiago Figueredo, concelebraron la Eucaristía que convocó a estudiantes, maestros y empleados de administración y de servicios generales, y que presidió el Padre Urbano.
Centró el Padre Urbano su Homilía en la figura del «Siervo inútil», aquel trabajador, que habiéndole ordenado su Señor la ejecución de una tarea, al hallarse solo al final del día, sólo encuentra en su extremada humildad y pequeñez ocasión para decir: «He hecho sólo lo que me había sido encomendado». Aún en esto se ve reflejado en el Padre Urbano el querer del Padre Calasanz, quien no dudaba en recomendar a sus hijos meditar y repetir con frecuencia éstas palabras del Señor. Y decía: «[las] obras que hacemos, si son buenas, las hace Dios bendito, como causa eficiente, por medio nuestro» (Cfr. Ep.Cal. 2650).
Se cuenta de San José de Calasanz que acudía con mucha frecuencia al Sacramento de la Reconciliación; cabría preguntarnos, ¿de qué tendría un hombre como él —entregado durante muchos años de su vida a la voluntad de Dios en el servicio de los niños más pobres— que confesarse? Un escolapio explicaba que cuanto más blanca era una pared, más manifiesta se hacía en ella cualquier pequeña suciedad. ¿Qué diremos de nosotros mismos si un hombre como el Padre Urbano, con más de cincuenta años de trabajo fiel en las Escuelas Pías, no puede verse a sí mismo más que como un siervo inútil?
Pidamos que el Señor nos regale esa humildad para ofrecerle a Él todo nuestro trabajo y esa fidelidad para estar atentos a cumplir Su voluntad siempre y en todo lugar y ocasión.
Terminada la Eucaristía, el Padre Rector, Manuel Latorre Ferrero, hizo entrega de la máxima distinción que el Colegio ofrece: La Cruz de Oro Calasanz, al Padre Urbano, por su fidelidad al don de Dios que le llamó al seno de las Escuelas Pías desde Las Hormazas, en la Provincia de Burgos, para hacer el mayor bien posible a los niños, niñas y jóvenes, educándolos en Piedad y Letras.