Este año, por la obvia situación actual, nuestros Retiros fueron del grado completo. Muchos pensamos que sería más complicado y el hecho de que la actividad más anticipada, el Compartir de las Máscaras, tuviera más personas de lo normal, acrecentaba el miedo de contar nuestras verdades más profundas a un mayor público; sin embargo, no fue así.

Como experiencia personal, gracias a las diferentes preguntas y lecturas que la Casa de Nazareth y los acompañantes del Colegio nos otorgaron, tuve la oportunidad de comprender mucho más a fondo mi vida, las amistades que profundizo cada día y mi relación con Dios. A ello ayudó el contar con un espacio de luz, paz, fuerza, silencio y reflexión.

Primero descubrimos la verdad que nos hace libres. Partimos de lo que somos y nuestro deseo de vivir para empezar a «desenmascararnos» y ver cómo, desde nuestra zona de confort, podíamos caer en la sed vacía y el fracaso.

Después de mostrar nuestra cara verdadera, vimos entre todos las heridas del corazón que cada uno tenía y cómo era necesario hablar para curarlas y construirnos como personas auténticas.

Luego nos dimos cuenta de que tenemos un deseo de vivir una vida profunda y para ello debíamos comprender las cuatro realidades del ser humano (Bio-Psico-Socio-Trascendente) bajo la sexualidad como lenguaje del amor y las relaciones profundas de noviazgo y amistad.

Por último llegamos al encuentro que salva y cómo podemos darle el poder a Él de guiarnos en el camino de la vida profunda que nos lleva a su encuentro; cómo debemos confiar y dar lo Mejor de cada uno en este proceso, aunque tengamos que ser como ovejas en medio de lobos.

Sin nada más que decir y con profundos deseos de paz.

Juan Esteban Giraldo Vanegas